viernes, 20 de marzo de 2009

EL CASO DEL POLITIQUILLO FRUSTRADO

Andaba Dundum algún tiempo desaparecido, y tenía ganas. La verdad es que tenía ganas. Llevaba un tiempo jugando a relacionar a quien quisiera escribir sobre cualquier cosa, con un gordo seboso, al que al parecer, tiene cierta animadversión. Si alguien nuevo escribía sobre Cela, ése era el Gordo Seboso; si otro hablaba de Picasso, se trataba del Gordo Inmundo; si terciaba en un relato sobre Mc Yntire (fuera quien fuera Mc Yntire), sin lugar a dudas, desde la óptica dundumiana, se trataría del Gordo Tenebroso.

Nunca había necesitado Dundum mucha provocación, sino que era capaz de advertir un insulto en el agitado aleteo de un colibrí, o en el potente coletazo de una orca; así que, cuando alguien habló en público de una tendencia política, aunque resultara un comentario inofensivo, lo primero que le vino a la mente es que se trataba de un comentario expuesto por algún Gordo, posiblemente en la modalidad Gordo Atormentado. Y erigiéndose en el paladín de las causas nobles, entró al trapo, como pudo entrar Avispao en la fatídica tarde de Pozoblanco en la que falleció Paquirri, a la sazón, padre del dundumiano ídolo: Paquirrín.

Vista la provocación del comentario de breve tinte político, Dundum comenzó su labor didáctica fascistoide; intentó predicar en árido con sus pueblerino discurso; se refirió a quien no apoyaba sus tesis, como enfermos que buscan su solaz agrediendo a los pobres fascistas que, como él, buscan la pureza del alma. Y asumiendo un rol que nadie le había solicitado, sacó su onda davidiana y se puso a repartir hostias a diestros y a siniestros, a sístoles y a diástoles, a tirios y a troyanos.

Y llegó el Moderado RU y expuso que no era éste un lugar para demandas de esta índole, que a nadie satisfacían, que nadie necesitaba; y el pequeño pseudocaudillo decidió que le cortaban las alas y se santificó en público y solicitó acribillamiento público para quien, nuevamente, había acertado en su postura de eliminar lo inútil, de cercenar lo absurdo, de aparcar la tontería, el dogmatismo barato y al tonto que va con el canasto de las chufas.

Y Dundum se sintió dolido... ¿Cuándo será la próxima, amigo Dundum?. Los de Corporación Dermoestética y la Clínica Menorca están a tu disposición para enseñarte fotos de gordos imberbes, mesiánicos, nerónicos, submarinos; de gordos afables y ufanos; de gordos malvados y malencarados; de gordos con tara y sin tara... Todos esperan tus comentarios, Fernández... Ése Dundum, oé.

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