EL TORDISMO: UNA TENDENCIA EMERGENTE

Desde un tiempo a esta parte, se ha observado un desmesurado crecimiento del tordismo; el tordismo es a los tordos, lo que el landismo es a Alfredo Landa; es decir, una absoluta sumisión a un determinado efecto fenotítipo, el predominio de un gen recesivo que provoca la presencia de capas blanquecinas en los potrilios.

¿El Tordismo nace o se hace? Buena pregunta. Yo creo que el tordismo nace, que la admiración enfervorizada hacia una determinada capa no puede ser sino un impulso del ser humano desde el nacimiento, que con el tiempo se consolida y mantiene. No parece muy de recibo que una persona adulta o con un mínimo coeficiente intelectual, imponga en su vida como un dogma, como una referencia, su amor desmedido hacia los caballos torditos; no parece lógico en personas adultas que, a cada tordito que aparezca por las pistas, se le anime sin control, y se le apueste sistemáticamente un eurito...

Hay sujetos que preconizan en medios públicos su amor a este tipo de pelaje; se hace una defensa a ultranza de estos animales, que parecieran haberse convertido en el leiv motiv de la valoración hípica de algunos. La verdad, ha habido grandes torditos en nuestras carreras y sigue habiéndolos: El Cid, Cuatro Doble, Colorines, Tawil, Mansella, Thunderball,... En la actualidad, contamos con una representación exigua, aunque carismática: El Postigo (presidente de la ATUENDO), Piccolo Mix, As de Trébol... Todos ellos respetables y respetados, queridos por sus aportaciones, pero no necesariamente por tratarse de individuos de un pelaje particular.

La verdad,es que desde una aséptica perspectiva, el hacerse monoaficionados hacia el tordismo no resulta (visto desde fuera, claro está), sino un signo de patología de extraña causa: posiblemente el tordismo integrista tenga sus raíces en una malformación congénita de sus afiliados, en un problema de índole genético o en un traumatismo continuado por collejismo, durante los desayunos en la oficina de Pinto, donde se renuevan las existencias de colacado cada dos-tres días, según intensividad de la frecuencia galletínica.

El tordista radical suele ser (según investigaciones realizadas en la Universidad de Tordostown, Arizona), un personaje singular: suele despreciar la opinión de aquellos que le contrarían; no son amantes de la Copa América (ni mucho menos), desprecian la Copa Federación, no son partidarios de El País, aunque sí del Marca (sobre todo, la versión que sale de Pinto), son muy agradecidos ante un buen tazón de colacado vip express con crujientes galletitas; defensores de tortugas sin caparazón (por accidente doméstico); y de natural cortitos, sin imaginación ni inteligencia, sin querer ver que la tolerancia se impone en una sociedad democrática, sin aceptar que todos tenemos derecho a mantener un criterio ante la vida. El tordista integrista es, por tanto, un imbécil de tomo y lomo.

Al respecto, porque el tordista suele tergiversar y manipular los comentarios y razonamientos palnteados, hemos de decir que a los demás también nos gustan los torditos, y que sufrimos muchom,por ellos, cuando algún cenizo se enquista en su defensa provocando desgracia en su gremio... Hubo y hay excelentes torditos que nos han hecho disfrutar de las carreras, y a lso que desde este blog queremos y valoramos. No queermos que el manipulador cenizo nos ponga en contra de este grupo de caballitos.

Pero la situación de exaltación del tordismo, me lleva a plantearme algunas cuestiones que sobrevuelan mi cabeza:

1) Tal y como comentó el forero (respetado forero) Sir Habit: ¿el tener algún pelo blanco en la cola? permite al individuo proclamarse tordito?
2) ¿ Son los torditos animales de características especiales en su comportamiento, en su rendimiento, por el mero hecho de ser torditos?
3) ¿Qué puede estar pensando una persona adulta cuando basa la valoración de una afición en el bonito pelaje de un potro? ¿Qué podemos decir de un individuo que sufre de collejismo en el trabajo, al radicalizar su defensa hacia este tipo de capa? ¿Qué contendrá el colacado a dosis masivas, que provoca este tipo de reacción neuropatológica en sus consumidores?

Ahí lanzo mis preguntas; espero que el azote del tordismo no las considere ofensivas