sábado, 10 de enero de 2009

LA VERDAD SOBRE EL CASO DEL ROSA (artículo maldito)

Creo que ha llegado el momento de presentar a los miembros del foro una verdad incómoda, el octavo sello, el secreto mejor guardado desde los tiempos de la veleta.

Cómo vine yo a enterarme de lo que a continuación voy a relatar es preciso que se omita, que se puede decir el pecado pero no el pecador y, además, en una semana en que ha quedado constatado que detrás de cualquier mindundi puede esconderse un moderador parece mucho más aconsejable y piadoso callar ciertas cosas y hablar menos.
No siempre el foro ha sido lo que es. Mucho antes de la irrupción de Orígenes y Arifán, de Sansovino y Brezo, de Ginebra, de Louisville, incluso mucho antes de la irrupción de Gonzalo Griñán, el foro pasó por momentos críticos.

Sin imbreedings de qué conversar, sin genealogías de las que discutir, sin cruces imaginables con los que en paz contender, esta página de A Galopar no era más que otra insulsa y pobre parada en el cibercamino de los desheredados.

En este punto es menester que yo haga un alto para apuntar que, por entonces, no había seis moderadores por cada miembro del foro, sino dos o tres gerifaltes -mi fuente no ha sido muy explícita en esta cuestión- que, cogiendo al toro por los cuernos, se ocupaban de todo.

Uno de esos peces si no gordos sí robustos, versado como pocos en los misterios de este mundo y conocedor como nadie de los vericuetos del otro, puso sobre la mesa, con el propósito loable de acabar con la desidia reinante, una solución de compromiso:

-Podemos crear un miembro virtual. Alguien ficticio que, en época de escasez, proporcione ánimo al pulso del foro. Mi propuesta es que sea un personaje de redacción pulcra, pero impertinente: una mosca cojonera, vaya.

Sus compañeros, reunidos en corrillo informal, observaron la noticia con ilusión. En este mundo de hoy, por desgracia y por regla general, tienen más audiencia los seres provocadores que los intelectuales y, de manera habitual, todos los que no tienen grandes cosas que decir hablan a gritos.

-A gritos no, que las mayúsculas serían contraproducentes; pero podemos escribir en rosa.

Concibieron una clave inolvidable: Héctor, el héroe de la resistencia frente al ejército griego.

Ahora ya no tiene sentido ocultar la clave, porque, como pronto se va a ver esa clave se ha tratado de eliminar a posteriori decenas de cientos de veces.

El nick elegido, de grande y rotunda notoriedad, fue Carburundum, el caballo de la Cuadra África que había llegado en los ochenta a ser segundo del Gran Premio de Madrid.

Al principio, ideado a la manera de comodín, los encargados de la página acudían como niños con la clave común a Carburundum para avivar los rescoldos en las tardes de pereza o para atizar el fuego en las calentitas. Era divertido, y alcanzaron el extremo inverosímil de cantarse la tabla unos a otros usando del personaje virtual y olvidando -como si no se hubiesen producido- los agravios en la mesa de redacción: algo psicológicamente aventajado.

El "experimento Carburundum" fue durante aquellos meses una peripecia simpática. Atrevida, sí, pero simpática. El foro parecía mejorar y el número de adeptos aumentaba de manera exponencial.

Una mañana de malos vientos, sin embargo, uno de los integrantes del artificio se encontró con un mensaje demasiado subido de tono incluso para la línea que estaban siguiendo los mensajes enviados desde el nick común.

-Os habéis pasado con lo de la Copa América. Vomitiva es una palabra bastante fuerte incluso para él.
-¿Quién ha hablado de la Copa América?
-Pues tú o J.... Evidentemente habéis tenido que ser uno de los dos.
-Ey, que yo tampoco he dicho nada de la Copa América...

Así fue. Carburundum, el espíritu de rosa, había cobrado esencia propia. Una vez más la realidad superaba con creces a la fantasía.

Ninguno había accedido con la clave comodín. Ninguno había escrito nada sobre la Copa América. Como es lógico, los fornidos pececillos se dieron a las pesquisas con más nerviosismo que cabeza.

A juicio de mi informador, si en aquel instante se hubieran eliminado el nick el foro se hubiese ahorrado la memez de la Armada Torda, lo de los pijos, la elevación a los altares del por otra parte enorme Paquito Jiménez, las afrentas a los seguidores del Estudiantes y del Atlético de Madrid, el retintín de lo de Zetita, la defenestración del robusto gentleman de sesenta y nueve kilos, la diatriba contra los fundadores de la Cuadra Rosales, lo de los sucios mentirosos y los mamotretos estomagantes, lo del patinaje en los años de Paloma del Rio y el peloteo posterior y los insondables ríos de tinta vertidos sobre lo absurdo y cutre de unos nombres y la magnificencia de otros.

No fue así. Los gerifaltes le otorgaron a Carbrurundum un tiempo precioso y, como el ordenador en aquella película del espacio, se abocaron a una tragedia alucinante.

Ya no es posible detener a Carburundum. Siempre según mi fuente se le puede callar durante tres días como máximo, que es lo que le ocupa a su proceso interno superar todas las barreras que se le interponen.

La Historia nos ha dado ya suficientes ejemplos de este tipo: Frankenstein, Míster Hyde... No estamos preparados.

Concluía mi informador con un aviso descorazonador:

-Lo malo es que, ahora, y después de lanzar al foro para disimular la petición a los moderadores de que eliminemos ciertos mensajes, es el mismo Carburundum el que procede a su eliminación.

No se sabe cuánto va a durar en la página un artículo que no sea del entero agrado de alguien que fue originado para un loable fin, pero es necesario que los que logren leer estas líneas hagan un esfuerzo por recordarlas.

Desgraciadamente la maldición del hombre es el olvido.


* Este artículo ha durado en el foro de A Galopar el mismo tiempo que un colacado calentito en la puerta de las oficinas de Marca en Pinto

2 comentarios:

Anónimo dijo...

joe que wenoooooo!!!!

la ottia

pasti

Anónimo dijo...

Tremendo. Y, ¿qué hay de malo en este relato para que lo eliminen? Lo que la gente se pierde a veces por moralinas mal estructuradas.

Muchas gracias por el lujazo