martes, 27 de enero de 2009

CERDO CERDO SIETE CONTRA EL DOCTOR DO

Bundum, James Bundum. Era ésta su tarjeta de visita: Bundum, James Bundum: el Agente Secreto Cerdo Cerdo Siete, al servicio de su Majestad, Mafi.

El Superagente Especial Bundum había sido entrenado durante mucho tiempo para asistir a los Gobiernos en la guerra psicológica. Bundum, James Bundum, era capaz de desestabilizar con su sola presencia, a quien dispusiera de un ápice de valor para enfrentarse a él. Era tenaz y persistente, monótono y lineal. Era el "arma secreta" del gobierno sometido al reinado de la Reina Mafi: Turtle State.

En misión secreta, Bundum, James Bundum fue enviado al Casino de Montecarlo; su misión: infiltrarse en la mesa de bacarrá y someter a vigilancia al Doctor Do, al que las últimas informaciones situaban como poseedor del arma secreta por la cual pudieran convertirse todos los caballos en tordos; y no solo en el caso de los caballos, sino que el experimento igual servía para un conejo, que para un buitre leonado: el "tordinificador impulsivo":

- ¿Jugará a ruleta esta noche, señor?
- Ni de broma, sucio mentiroso; yo no juego; y si por mí fuera, no hubiera pagado esa asquerosa entrada de 30 euros con la que pretenden estafar a los usuarios.
- Disculpe el señor, dijo un camarero. ¿tomará algo?
- Iba a decirle que no pruebo el alcohol y que considero como auténticos borrachos a quien abusa de la bebida (exceptúo en este campo a mi amiga Gin, a quien si considero experta en estas lides); pero, por otra parte, si le he de decir que me gustaría tomar un colacado calientito, agitado, no mezclado.
- Son 30 euros
- ¿Usted por quien me ha tomado, sucio mentiroso? Primero me ofrece tomar algo y luego quiere cobrarme 30 lauros... ¿Es usted acaso, miembro de alguna Secta?

Cerdo Cerdo Siete divisó a lo lejos la mesa de bacarrá. En ella, sentados y jugando, dos viejos conocidos: Spy y la Juani. Bundum, James Bundum, se sentó entre ellos con una ficha de dos euros.

- ¿Dónde vas con dos euros, Bundum?. Me estoy interesado en saber qué quieres hacer con eso, dijo la Juani.
- Yo no compro fichas de más de dos euros. Me parece una estafa propia de estafadores, contestó Bundum.
- Pues mire usted, ¡¡¡¡nada mejor que para jugar disponer de diez millones de euros en FICHAS NUEVAS!!!! QUE HACEN QUE PUEDA APOSTARSE A CIENTO ocheinta y tres posiciones Y ¡¡¡¡¡ GANAR TODA LA PLATA!!!!! aquí y en el Casino de Santa Anita.

Al otro lado de la mesa, se encontraba el sinietro Doctor Do. Tenía apariencia de anciano; la piel arrugada, sin orejas, con el cuerpo alargado y rugoso; iba vestido con un ridículo traje de Madelman esquiador. Mirándole fíjamente, Bundum le dijo:

- Buenas noches; mi nombre es Bundum, James Bundum.
- El Doctor Do le contestó: "Ya. Ya lo sabía, nada más ver su colacado y la cara de panoli. Mire usted, le diré en confianza, que yo me he convertido en Doctor Do, habiendo sido en mi juventud, la Tortuga de Mafi. Como usted sabrá, acompañaba a la reina Mafi a sus clases de enfermería: mientras ella dibujaba snorcles y aletas, yo atendía a las explicaciones docentes y conseguí el título, mientras mi reina aún arrastraba cuatro asignaturas de primero... Son cosas de la capacidad de cada uno. Y mi aspecto, usted se preguntará, es descaparazonado como consecuencia de otra larga historia que no viene al caso".
- Interesante, replicó Bundum. ¿Y este afán de tordificar?
- Considero el blanco nuclear como el signo máximo de pureza. Es por ello, y por llevar la contraria a una seta que nos persigue por lo que intento convertir en tordo, todo lo que toco, a imagen y semejanza de un Midas cualesquiera.
- Brillante, dijo Bundum. ¿Y qué he de hacer para convertirme al tordismo?
- Sencillo, dijo el doctor Do. Besar a esa mujer que se encuentra apoyando la cabeza en el tapete, más borracha que una cuba.
- Hostis, pero si es.... Si es Gin. Ni de coña, beso yo a esta taimada tiparraca.

En este impass, tanto la Juani como Spy se encontraban entregados a una pugna sobre el cruce óptimo para un caballo cruzado de Alabama, famoso por su indómito carácter y una yeguita inútil para las carreras pero de cara muy mona. La Juani se estaba interesada, mientras que Spy la veía más en polytrack que en pasto y por ello, desaconsejaba el cruce, aunque La Juani se estuviera interesada, que ese era otro cantar. En todo caso, la trifulca se había disparado, peleando ahora por el nombre del posible potranco que tendría outsourcing sobre el imbreeding: La Juani abogaba por el nombre Pirulo, mientras Spy preconizaba la necesidad de llamarle Gatuno... Cosas de ancianos.

En el extremo opuesto de la mesa, Bundum, James Bundum, luchaba en su interior por decidirse hacia el tordismo o mantener la fidelidad hacia su Mafi. Torditos por un lado, aspirantes al otro. Definitivamente, Bundum se decidió; asestó fuerte golpe a la realeza y se bautizó en el Tordismo... Desde entonces ha cambiado de hábitos; ha cambiado de nombre (ahora quiere llamarse Tordurundum), e incluso se ha hecho amigo del GPS, el conductor de almas de la Doctrina tordínica, el tipstero albo, el gran Mesias.

Finaliza de esta manera la saga de Cerdo Cerdo Siete, y comienza una nueva secuela: Terminator-Dos... Pronto en las mejores pantallas

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