sábado, 10 de enero de 2009

A MENUDO, VEO TILDES, por Burrundum

A menudo veo tildes, le decía el pequeño bermellonado a un detective privado, vestido al uso, que había acudido a casa de su mami para desvelar el "secreto del tordito asesinadito". A menudo veo tildes, decía con voz fría; veo tildes en ambientes húmedos y frescos. Me imagino a veces, decía el bermellonado sujeto, deshaciendo diptongos y triptongos, colocando tildes en las palabras llanas que no acaben en vocal, en "n" o "s", o en las excepciones a esta regla; me imagino acentuando todas las esdrújulas... tordas...

El detective parecía confuso ante la declaración de aquel individuo; a menudo ve tildes, a menudo ve tildes, se repetía para si mismo... Y el detective, anotando la declaración, le preguntó de sopetón... "¿y qué has de decirme de las agudas, eh?".

El pequeño bermellón sacó un raro gesto que quería asemejarse a una sonrisa de satisfacción, pero al no estar acostumbrado a reirse, le salió una grotesca mueca, enseñando los dientes con restos aún de las que fueran crujientes galletitas del desayuno, empapadas en colacado bien calentito. Y con esa grotesca imagen, le contestó al detective: a menudo, también veo tildes en palabras agudas, en las que acaban en vocal, en "n" o en "s" y las excepciones... Veo tildes por doquier, a derechas (sobre todo a derechas) y a izquierdas (generalmente, las palabras más malnacidas y las tildes peor colocadas). Veo tildes a babor y a estribor en los veleros que compiten en esa desgracia para la Humanidad que es la Copa América, que también lleva tilde.

El detective sin dar crédito a las palabras de ese pequeño abermellonado, hubo de soprotar un breve arranque de furia del encarnado chiquilín, que le dijo: "estoy trabajando en una tesis para obligar a los que empleen la palabra tordo, a colocar una tilde; esta norma que sería de obligado cumplimiento, obligaría a colocar la tilde en la r, como un acto novedoso y muy particular".

- ¿Cómo va la tesis, amigo,... qué digo amigo?, le contestó el detective
- ¿A tí qué ha de importarte, malnacido detective?
- Joder con el bermellón, contestó el atribulado inspector.

El detective hizo inspección ocular en el lugar de los hechos: botes gigantescos de colacado vip express einn se hermanaban con cajas de galletas María Marbú en bandejas de pladur tintadas en tordos tonos; millares de fotografías de tenistas participantes en la Copa Federación se encontraban preparadas para ser quemadas en el hogar; polos de Ralph Lauren o Lacoste se encontraban apilados para proceder al desvirgamiento de los iconos publicitarios que, estampados, ocupaban la teta izquierda de los usuarios; enormes cantidades de carne de caballo procedentes de Francia y prestas para el consumo se encontraban en alacenas, esperando su consumo... Naturalmente, nada de bebidas espirituosas (eso para los débiles de espíritu, balbuceó el Bermellón), y litros y litros de Titanlux einn superblanco para tintar todo lo que pille en color tordo... Nada que fuera sorprendente en una primera inspección.

Lo que sí le hizo sospechar, en inspección más pormenorizada, fueron tres pelos color canela que asomaban bajo el mantel de la cocina, donde aún reposaban tazones y tazones con residuos de colacado; eran tres pelos que parecían de caballo; más concretamente de caballo alazán tostado... "¿Y estos pelos?, ¿con lo que dicen que odias a los alazanes tostados?", preguntó el detective... "Estos pelos, estos pelos...uhmmmm", balbuceaba titubeante el pequeño bermellón..."Estos pelos, que huelen a alcohol, que apestan a bebidas insanas, son sin ningún género de dudas de...".

"¿De quién?", preguntó ansioso el detective. "Son de Epilady... Sí, mantengo un romance con Epilady. Confieso, Como acto de solidaridad frente al embriague, decidí dejar las tildes, dejar los torditos y mantener una tórrida relación con la Marquesa de Larios; intentar apartarla del camino de la bebida y llevarla al sendero del Colacado"... "No he conseguido el objetivo y ella me ha abandonado por Spy"... manifestó entre sollozos. Cabizbajo por la confesión, solamente alcanzó a balbucear: "¿Dónde he de firmar mi declaración?"

- Bajo este escrito
- No, no firmaré, dijo el bermellón tras leer el contenido.
- ¿Cómo que no? ¿Pero, si has aceptado y declarado que los hechos fueron ciertos?
- Sí, he cantado, pero no puedo foirmar donde pone Hector
- ¿Entonces?
- Es que no puedo firmar donde pone Hector, porque Héctor, lleva tilde
- ¡Andá su vieja!

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