jueves, 22 de enero de 2009

UN MUNDO MARAVILLOSO

Herr Tord Itto miraba con arrogancia por la ventana de su despacho. Estaba totalmente satisfecho con la labor que había realizado en sus casi nueve meses de mandato. Tras una dura lucha contra algunos malnacidos había conseguido subir a lo más alto del panorama turfístico del Cuarto Reich. Gracias a sus contactos en las altas instancias a base de múltiples noches corrigiendo textos, se había hecho el amo y señor de la industria hípica de la Fatherland, como a él le gustaba referir a su país. Había exterminado cualquier pura sangre que fuese de la asquerosa capa alazana o castaña, dejando sólo los pura raza de noble capa torda; bellos ejemplares allá donde vayan, sin que por ello le hubiese temblado el brazo para expulsar a aquellos que no quisieran teñir sus pelajes de gris acero. Por supuesto, no serían reales, y estaban destinados por decreto a ser los últimos de las carreras, y por fin había dado un toque de color y de sensatez a las carreras de caballos.

Sus logros no habían terminado ahí, ni muchísimo menos. Salvo su fiel Secretaria Técnica Fräulein Borr Acha von Tankeray que tenía bula para ingerir bebidas espiritosas, había erradicado el consumo de alcohol en todas las instalaciones de su competencia, dejando únicamente dispensadores de Kolh Acadho caliente y crujientes galletas Chikilinen, manjares que nunca faltaban en el palco bermellón donde presenciaba las carreras allá donde se celebrasen. Siempre asistía con su inseparable Asistente Maff Gord Issimen von Suppenschildkröte, quien pese a estar aún estudiando a sus 42 años de edad, sabía perfectamente los gustos de Herr Tord y lo que quería oír en cada momento. Ella le animó también a llevar a cabo su idea de realizar única y exclusivamente carreras de Gentleman y Amazonas en el hipódromo de Giannien Ribot Interestung Me, una aldea a 976 km de la capital, a más de 70 de la civilización, y por supuesto, fuera del calendario turfístico diseñado por él. También estaba Quique el balsero, pelota de marca mayor cuyas cobas dio lugar a que Herr Tord le contratase como portero jefe de accesos, con un precioso uniforme blanco bordado el lema del hipódromo "un tordito, un eurito" en bonito bermellón.

Tenía predilección por el jockey Paquiten Jimenshuzz al que idolatraba desde su tierna infancia. Quizá era la única cuenta pendiente que quedaba en su haber y que le impedía dormir por las noches. Paquiten, pese a su apoyo, no ganaba una carrera jamás. Incluso una vez en la que corría un solo participante con Paquiten en la grupa, en el G.P. Gafes Club grupo XXIII quedó inexplicablemente segundo. Su disgusto fue tal, que mandó a arar a cuatro de los alazanes tostados que aún quedaban en las checas más antiguas del Hipódromo. No obstante él, el gran Herr Tord lograría traer la justicia… llegaría a tener un turf de calidad… llegaría a…..

Zassss!!! (Colleja) Tontolaba, despierta!!! Venga, deja tus caballos y tus chorradas y ven a desayunar que ya te han pedido tu colocado. Si es que eres más tonto…..

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