domingo, 30 de noviembre de 2008

EL CENICIENTO

Érase una vez un muchacho obtuso, cerrado, intransigente, con la ley marcial como bandera, que trabajaba en Pinto. El muchacho vivía en casa de un padrastro que le maltrataba, día sí, día también, y con sus hermanastras: una mujer con obesidad mórbida y un quelonio. Una de sus hermanastras (la de la obesidad) era más tonta que un botijo, mientras que la otra (el quelonio), el pobre, asumía su condición con menos pena que gloria (fuertes).

El padrastro, AAZ, que había mantenido relación con J, mantenía al muchacho Ceniciento en cautiverio; apenas le dejaba acercarse a nada ni a nnadie, porque conocía el efecto del poder de su mente: a lo que se acercaba, lo gafaba; a quien mostraba afecto, le concedía la perdición cuasi eterna. Era un cenizo ed marca mayor, y por eso, acabaron por llamarle "Ceniciento".

Ceniciiento no contaba con losfavores de la gorda ni del quelonio; Ceniciento no tenía amigos, ni en casa, ni en el trabajo, donde, al pobre, le deban collejitas durante el desayuno. De esta manera, el rarito Ceniciento, mantenía la amistad de unos cuantos ratones y de los pajaritos... Un tío muy raro, vamos.

Un día cualesquiera, Ceniciento pidió a su hado madrino, Rockhardten, que le concediera el favor de hacerle feliz. Rockhardten, que era un acomplejado con transtornos de personalidad, le mandó a esparragar al campo (de Criptana), pero le prometió que, ya que por contrato no le quedaba más que ayudar a su Ceniciento, le tenía que echar una mano, que le concedería un único favor.

Ceniciento se puso a pensar. Al ver que era incapaz de pensar, pidió a yuda a su hermanastra la gorda, que le dijo: "Tú eres bobo, chaval. No tengo otra cosa que hacer que pensar en tu bien. A la playa". Sin embargo, el quelonio, que había perdido el caparazón porque la obesa se había sentado sobre ella, le dijo a escondidas: "yo soy mejor que la gorda; así que te diré, que serí muy interesante que fueras al baile que esta noche ofrece el príncipe de Bekelaer en Palacio. Pídele a tu hado madrino, a Rockhardten que deje su paranoia y te conceda el regalo de acudir a ese evento".

Dicho y hecho; Ceniciento llamó a Rockhardten que aparecío con una chaqueta marrón y llamándole cenizo cabrón mlnacido. ¿Qué coño quieres? le preguntó. A lo que Ceniciento le dijo: "porfa, porfa, déjame ir a la fiesta en Palacio del Príncipe de Bekelaer". Está bien, dijo el paranoico, Rocky; pero si quieres que te haga eso, llámame Metejón... me gusta más.

Está bien, Metejón. Necesito acudir a la fiesta del Príncipe de Bekelaer y no tengo cómo hacerlo.

No te preocupes Ceniciento. Cogeré al gordo malnacido de Lorgot, y le convertiré en calabaza; a Sparrow, le convertiré en caballo (tordito, naturalmente), para que tire de tu carroza, y a Rasputín, le vestiré de lacayo para que dirija el carruaje. A Leonard Quercus le vestiré de futbolista del Real Madrid, no para acompañar, sino para joderle un poquito...

Y dicho y hecho. Todos convertidos y el Ceniciento en la carroza, camino del Palacio. LLegar al Palacio, llamar al timbre y que se fueran los plomos resultó ser todo uno. Arreglado el entuerto, Ceniciento quiso conocer las cocinas de Palacio. Metió el dedo en el tarro de la mayonesa y colonizó la misma con Salmonella que traía de haber acariciado a su tordito cabllo.

El Príncipe de Bekelaer era un clon de Paquito Jiménez. Nada más verle, le atrajo sobremanera y se dirigió a él, con afán cariñoso. Paquito le estrechó la mano, y se torció un tobillo de facto. La familia Bekelaer-Jiménez se apresuró a atenderle separando a Ceniciento de su Príncipe, instándole a alejarse ya que había antecedentes de un sujeto que profirió amor eterno sobre un pariente próximo (Paquito le llamaban), y al que procuró un cúmulo de desgracias que para sí quisiera el mayor cenizo del mundo.

Al alejarse del Príncipe, Ceniciento tropezó con una de las bonitas cuerads que separaban el cocktail del público, con tan mala fortuna que al tirar de ella, tensó la linea de unión de las mesas, tirándolas al suelo; manjares y brebajes diversos cayeron con estrépito al suelo dejando arruinado el festín.

Ceniciento, al comprobar la que había liado, con todos los asistentes afectados or salmonellosis typhimorium, la comida repartida por el suelo y el Príncipe esguinzao total, optó por escapar de Palacio. Rockhardten que le vió exclamó: "la has vuelto a cagar, einn Ceni?", a lo que nuestro apueto muchacho contestó, al tordito un eurito.

De vuelta a Palacio, el caballo Sparrow perdi´ço el norte y le llevó a Uzbekistán, con la anuencia del lacayo Rasputín. Úna vez llegado a la capital de la nueva república, la calabaza se convirtió en Lorgot, el lacayo en Rasputín y el caballo (tordito) en Sparrow. Juntos abrazaron a Ceniciento y a la tortuga que iba de camuflaje como polizón. Todos juntos celebraron una "amistosa" reunión.

Y colorín, colorado, Rockahrdten se ha caido por la escalera

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