jueves, 30 de octubre de 2008

LA CONSULTA DEL DOCTOR SUGRAÑES. HOY: LA TORTUGA

Estimado Doctor Sugrañes:

quiero transmitirle los procesos patológicos que sufro desde un tiempo a esta parte. Mi vida era absolutamente normal hasta que una señorita que se pasa la vida estudiando sin conseguir el fruto esperado, me adoptó contra mi voluntad. Yo era una tortuga mimosa, era una tortuga coqueta, era una tortuga fina y elegante.

La verdad es que los primeros momentos de mi relación con la eterna aspirante a ATS no fueron del todo malos. Como ella se pasaba el día atiborrándose a comida (monchetas con butifarra, bocadillos de panceta,...), mi sustento estaba realmente garantizado. Ella (a la que llamaremos "M" para no desvelar su identidad), iba in crescendo a lo ancho a una velocidad de vértigo, amigo... que digo amigo... Ups, ya me he contagiado de algún elemnto distorsionador que escribe por otros confines.

DEcía que ella iba incrementando exponencialmente su poco cuidada figura. Los trajes de neopreno con los que iba a la compra, se le ajustaban al cuerpo, dejándole el cuello y los muslos más estirados que el careto de la Duquesa de Feria. Un día en el que el descuido se apoderó de mí, me encontraba relajada paseando por el sofá de la casa de la buza tanqueta, cuando inesperadamente... zas....se me sentó encima.

Mire usted doctor... Una tragedia, el caparazón partido en mil pedazos como si de un cristal de Murano se tratara; mi cuerpo arrugado y desnudo a la vista del público en general. ¡La gorda había reventado mi caparazón!

Le parecerá a usted suficiente tragedia, ¿verdad?. Pues no señor; la humillación fue aún peor: la gorda, se metió pal goleto su bocadillo de sardinas antes de socorrerme, y manchada de grasa las manos y el bigote, se acercó a mí desprotegido cuerpecilio y lo rodeo con una telita de raso rosa con la que intentaba mantener firmes las grasas de las caderas cuando patéticamente hacía sesiones (muy particulares, la verdad sea dicha de nairobic, como ella dice); momentos en los que los cimientos de la casa, solicitaban árnica a cualquier estudio de arquitectura que se estuviera interesado en recibir información de Pirulo.

Desde entonces ando con un cuerpecito desarrapado y una puta tela rosa de raso que me protege penosamente de las inclemencias del tiempo y otros agentes.

¿Cómo ve usted mi caso, Doctor? ¿Qué puedo hacer?. Le estaría muy agradecido si pudira usted sofocar tanta desgracia.

RESPUESTA DEL DOCTOR SUGRAÑES:

¿Qué la tía esta te ha vestido de Nancy tortuga?... Yo me escojono con la gorna del batiscafo... Me parto en dos. Lo siendo tía, pero la llevas clarinete. Yo, sin ir más lejos, te veo por la calle con tu vestidito de tul, y ando partiéndome la polla y me han de sujetar porque me caigo rodado.

Mi tratamiento es sencillo: coge a la gorda y ciérrale el tubo de bucear a la mínima ocasión... Hay que joderse ... pero mucho

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