sábado, 11 de octubre de 2008

LOS PRIMEROS PASOS por GALAXY VIRGO

Antes de empezar a contar las peripecias de mi retoño quiero presentar mi queja amarga por el trato que se le está dando pues, aunque es cierto que en mi juventud fuí un poco “alegre” y que ni yo misma podría decir, a ciencia cierta, la identidad del padre de mi pequeño, creo que eso no justifica el que se le califique tan reiterativamente, de viva voz y de pensamiento, como “bastardo”, pues aunque no voy a negar que estrictamente la acepción que se esconde tras ese insulto le corresponda, creo que es poco caritativo el recordar esa realidad con tanta saña.

Mi pequeño nació en una noche de luna llena, lo recuerdo porque en la yeguada había un bardo que no hacía mas que cantarle a la luna. Fue un parto doloroso, premonitorio de los disgustos que vendrían luego.

El mozo que nos cuidaba era adicto al chocolate y yo le robaba las tabletas del bolsillo de su chaqueta y las engullía con fruicción, eso dio lugar a que la leche que mi hijo consumió en sus primeros meses, viniese no blanca, como sería lo normal, sino con cierto color y sabor al chocolate al que me había aficionado.

Mi Carbi, al crecer sin padre y, justo es reconocerlo, al estar yo mas preocupada en mis correrías nocturnas que en su cuidado y educación, fue desarrollando cierto mal carácter, que le llevó a ser poco querido por el resto de potros de la yeguada que se dividían entre los que le ignoraban y los que le hinchaban a collejas. Recuerdo ahora una discusión que tuvo con Pier Luigi en el que aquel hablaba del bonito color verde que tenía la pradera, respondiéndole mi hijo que no era verde sino rojo el color de la hierba y como Pier Luigi no diera su brazo a torcer mi hijo terminó llamándole, sucio mentiroso, indeseable, desecho, fascista, y a los otros potros que le daban la razón, los acusó de haber formado una secta con el único objeto de fastidiarle a él.

Siempre fue un incomprendido, como todos los genios....

En la próxima entrega contaré los pormenores de la primera experiencia sexual de mi retoño, mas traumática que gozosa pero sumamente importante en la formación de su carácter.

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